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Lectores sin alma (de libros sin papel)

Muchos de aquellos que se aferran a la lectura en papel (nada que objetar), dan por sentado que quienes se han pasado a la tinta electrónica son una suerte de herejes insensibles, incapaces de percibir valores románticos que sólo ellos aprecian al abrir un libro impreso: el olor del encuadernado, el tacto rugoso de cada página, el color del papel, su textura más o menos granulada, el polvo que cubre los bordes de un volumen añejo, la ilusión de estrenar una novedad, tocarla, apreciar su portada, -pero sobretodo- el valor sentimental derivado de poseer físicamente el libro, colocado (o abandonado) tras su lectura (o no) en la estantería, atesorado junto a muchos otros libros de diferentes tamaños y colores, testigos mudos de la “gran afición” que ese “lector de verdad” profesa por tan humanista hábito. Entiéndase como necesario el tono sarcástico.

Sin embargo, quienes adoptan una postura tan dogmática respecto a los “eConversos” se olvidan de algo fundamental: los lectores de eBooks no son niños del futuro ni tecnofashion victims, han crecido y se han educado como ellos, pasando páginas de tinta impresa. Es decir, muchos, muchísimos de esos devoradores de eBooks del presente (aunque algunos de ellos sean “nuevos lectores”), ya estuvieron donde se quedaron sus detractores. Muchos de los “viejos lectores” (excluyo a quienes compraron el Kindle porque es lo de ahora) hicieron un acto de reflexión y decidieron sacrificar parte del romanticismo para hacer su lectura más cómoda, económica, inmediata, transportable, ecológica o factible (factible = cientos de miles de libros ya no existen en papel, pero pueden encontrarse en formato digital).

Más curioso todavía me resulta pensar que gran parte de los que ahora disfrutan las mieles del eReader, estuvieron hace poco en ese mismo punto de rechazo visceral ante la tinta electrónica. Me recuerda a tantas otras situaciones vividas ante avances tecnológicos similares, algo parecido a lo que ocurrió en la década de los 90 con la llegada de los primeros teléfonos móviles. ¿Quién necesitaba hablar por teléfono en la calle? Gilipollas y yuppies. Así son las cosas, muchachada. El progreso bien entendido, unos lo ven, se adaptan rápido a lo que mejora y hace más cómodas sus vidas, y otros se resisten a objetivar pros y contras, hasta el punto de afear la conducta a quienes no piensan como ellos.

La distribución digital de libros servirá (ya lo está haciendo desde hace años) para preservar el patrimonio cultural de la humanidad, para desterrar palabras de uso común en librerías como “descatalogado“, para abaratar el coste de las novedades, para evitar que se trituren hectáreas de árboles cada día, para erradicar el timo que supone la actualización anual de los libros de texto académicos, para que cualquier autor pueda publicar su obra (con todo lo bueno y lo malo que tiene eso), y -sobretodo- para acercar la lectura a quienes no tenían el hábito, o lo habían perdido, pues el eBook se mueve en el éter hacia muchos dispositivos presentes en nuestra vida diaria: smartphones, tabletas, portátiles, ordenadores…

Así pues, si como muchos otros antes que tú, estás pensando que nunca leerás en un Kindle, o que quienes se han pasado al eBook no son lectores “de verdad”, piénsalo dos veces, porque antes de lo que crees estarás leyendo un eBook y hablando maravillas de él. El progreso en los sistemas de distribución digital nos alcanza a todos, y precisamente la lectura debería haberte enseñado a ser tolerante con quien no piensa como tú, porque quizás ambos tengáis razón, y ambos estéis equivocados.

2 comentarios en «Lectores sin alma (de libros sin papel)»
  1. Lo importante siempre ha sido el contenido. Dejémonos de chorradas de “romanticismos”, que si no fuera por los avances tecnológicos – sí, tecnológicos – todavía estaríamos leyendo en pergaminos entintados por amanuenses.

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  2. Según se cita en el artículo: “y otros se resisten a objetivar pros y contras, hasta el punto de afear la conducta a quienes no piensan como ellos”.
    En mi opinión, simplemente has dado “pros” sobre la lectura digitalizada y has afeado a la gente que no piensa como tu. Como bien escribes: “precisamente la lectura debería haberte enseñado a ser tolerante con quien no piensa como tú”, hay que respetar tanto a unos como a otros y como siempre todo tiene unos pros y unos contras y cada cual antepone unas cosas (escala de valores) a la hora de elegir. Siempre es bueno que exista viariabilidad de opciones y poder elegir aquello que más nos interese. Está muy bien que exista un progreso y la sociedad se adapte y también que exista la opción de poder continuar leyendo como hasta ahora. Opto porque ambas cosas perduren a la par, ya que ambas tienen sus pros y contras.

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